martes, 30 de agosto de 2011

Cristales viejos.


Demasiadas gotas de agua acumuladas. Demasiada agua fría y congelada en mi vaso.

Mi vaso está roto. Cada trozo de cristal es una historia de mi vida. Todos esos cristales se clavan en mis manos. Creo que he llegado a mi tope, creo que he tocado fondo.

Muchas tardes en mi habitación. Las paredes me hablan, me agobian. Siento un vacío en este lugar. Todo es demasiado grande para mí. Me han vencido. Me han hundido poco a poco.

Mis ganas de sonreír se esfuman por momentos. Mi alma y mi conciencia me dejan de lado. Solo escucho el latir de mi corazón. Agoniza por momentos. Siento la soledad.  La ignorancia de algunos.

Parece que no tengo refugio. Que nadie me puede prestar su manta o su techo para dormir tranquilo.

Acumulé muchas decepciones, demasiadas diría yo.

Todas las noches, cada minuto que pasa me siento más solo. Empiezo a reconstruir mi vaso, utilizando ese pegamento viejo y roñoso. Me faltan piezas, piezas que nunca volverán. Pienso que el karma me la esta jugando. Que soy su marioneta de pruebas, su cobaya.





No sé lo que me pasa. No puedo asimilar todo lo que sucede a mí alrededor. Miro las sonrisas falsas, y esas manos de cristal.

Todo me sobrepasa. Parece que no puedo salir a flote de esta situación.


No hay comentarios:

Publicar un comentario