martes, 30 de agosto de 2011

Cristales viejos.


Demasiadas gotas de agua acumuladas. Demasiada agua fría y congelada en mi vaso.

Mi vaso está roto. Cada trozo de cristal es una historia de mi vida. Todos esos cristales se clavan en mis manos. Creo que he llegado a mi tope, creo que he tocado fondo.

Muchas tardes en mi habitación. Las paredes me hablan, me agobian. Siento un vacío en este lugar. Todo es demasiado grande para mí. Me han vencido. Me han hundido poco a poco.

Mis ganas de sonreír se esfuman por momentos. Mi alma y mi conciencia me dejan de lado. Solo escucho el latir de mi corazón. Agoniza por momentos. Siento la soledad.  La ignorancia de algunos.

Parece que no tengo refugio. Que nadie me puede prestar su manta o su techo para dormir tranquilo.

Acumulé muchas decepciones, demasiadas diría yo.

Todas las noches, cada minuto que pasa me siento más solo. Empiezo a reconstruir mi vaso, utilizando ese pegamento viejo y roñoso. Me faltan piezas, piezas que nunca volverán. Pienso que el karma me la esta jugando. Que soy su marioneta de pruebas, su cobaya.





No sé lo que me pasa. No puedo asimilar todo lo que sucede a mí alrededor. Miro las sonrisas falsas, y esas manos de cristal.

Todo me sobrepasa. Parece que no puedo salir a flote de esta situación.


sábado, 27 de agosto de 2011

Esta es mi vida, mis propias palabras supongo.

Y llegué al límite de mis fuerzas. Tengo un tope, mi garganta grita basta.

Estas malditas paredes deben estar hablando, por que puedo escucharlas. Puede ser locura.

Esta es mi vida, mis propias palabras supongo.

Somos todo lo que tenemos en este mundo. Cuando gira, cuando da vueltas. Puedes intentar leer alguna letra en este papel. Pero no conseguirás ver la mejor palabra, antes te la diré.

Pensé que lo tenía todo planeado pero supongo que no. Porque mi conciencia me persigue. Y es que no puedo seguir viviendo de esta manera. Así que desde hoy saldré de esta habitación. Ya he tenido suficiente y ahora estoy harto, ya tengo que volver a construir mi vida.

Empezaré a gritar para que todo el mundo me oiga. Gritare verdades. Vuestro mundo temblará. Demasiado tiempo pasando la mano. Terminaron agrietadas y sangrando por el frío de vuestra ignorancia.

Vuestras palabras en secreto, vuestras miradas escondidas. Demasiado tiempo con los ojos vendados. Ahora el tiempo me pertenece, la razón me acompaña. La pluma se desliza fácilmente en este folio.

Cada minuto de mi vida, es una historia distinta que tengo que contar.





viernes, 26 de agosto de 2011

Castillos de arena.


Sentado la arena de la playa. Miro a mí alrededor, solo encuentro el horizonte.

Empiezo a mirar fotos de antaño. Fotos antiguas llenas de nostalgia. Una brisa, llena de arena, araña mi cara. Esos granos de arena producen cortes en mis labios, en mis mejillas y en mi corazón.



Siento cosquilleo de la arena en mi mano. Vuelvo a levantar la mirada, veo la espuma de las olas. Veo el sol en el fondo, ahogándose en el mar. El calor del solo me abrasa. Necesito el frió de la luna, esa calma que produce al mirar su brillo.

La luna aparece. Todo el ambiente cambia, todo puede pasar. Ahora la arena es fría, se clava en mis uñas como si quisiera aferrarse a mi. Siento mi respiración, mi corazón latir.

Muchos recuerdos en mi cabeza. Algo nuevo. Una voz en mi cabeza, me dice algo que no sabía. No me lo podía creer, no soy capaz asimilarlo. El silencio se apodero del momento. Mi cabeza, mi corazón necesita asimilarlo.

Impactado, sorprendido. Traicionado. No me lo esperaba. Creía que teníais conciencia, que teníais esa vocecita que te dice si es correcto o no. No pensasteis en mí, solo hubo ese instante que yo pase por vuestras cabezas y os echasteis para atrás.

Ahora miro sus cartas, ahora miro sus folios. Parece que no sabe que los leo. Tampoco soy tonto, pero cada palabra y cada frase de ese folio mi corazón se hace más débil.

Pero no puedo luchar contra una obsesión. No voy a luchar contracorriente, ya me ha vencido hace tiempo.

Mejor olvidar, y que la arena que arrastra el viento oculte lo que hemos vivido. Que queme las fotos, que recupere el latir de mi corazón. Necesito que el tiempo pase, que recupere esas tardes de sonrisas.




Todo esto pasa por mi cabeza mientras la luna se refleja en el mar. Mientras el brillo se refleja en mis ojos. Construyendo castillos de arena que se desploman por el viento.


miércoles, 24 de agosto de 2011

Nadie es perfecto#

Tú lo dijiste con tus palabras. No esto no es un mundo de animales.

Te encontré caminando, te pusiste en medio de mi carretera. Hiciste que me parara y que pudiera disfrutar del paisaje.

Muchas voces en mi cabeza, muchas decisiones que tomar. No tengo nada claro. De pronto desapareciste sin dar explicación, como si el viento te llevara lejos de mí.

Pasó el tiempo. Y te vuelvo a encontrar en mi camino. Pero no estás en la carretera, si no en la arena. La cara llena de polvo, no puedes respirar. Estás herida, te tiemblan las manos y las piernas. Pienso dejarte hay para que imagines lo que he sentido yo.

Me alejo. Oigo una voz, esta dentro de mi cabeza. Mi conciencia, me grita y hace que mi cabeza explote. NO. No puedo dejarla hay tirada, no puedo actuar así como si nada. No soy así.

Me doy la vuelta. Intentas ponerte de pie, tus heridas no te dejan. Me miras, veo lágrimas en tus ojos.
Y recuerdos de esas metáforas. Las palabras son las mejores armas que existen. Cada letra está escrita desde mi corazón.

Empiezo a caminar, cada vez estoy más cerca de ti. Escucho tus susurros de sirena. Llego hasta donde te encuentras. Te tiendo la mano, mi cabeza me dice que no. Pero mi corazón es demasiado grande para dejar ha alguien atrás.

Demasiadas cosas compartidas, demasiados abrazos y demasiados te quiero. No puedo dejarte atrás. Nadie es perfecto, todo somos humanos. Puedes herirme, puedes convertirme en ceniza pero aún así te perdonaré.

Puede que mucha gente me diga que no te mereces esto, que yo sea demasiado bueno.
Pero les diré que nací así, que en esto 17 años nadie me ha cambiado. Puede que tenga demasiadas heridas  en mi corazón pero el tiempo se encarga de poner las tiritas.

Y mientras tanto esbozaré esa sonrisa que me caracteriza. Sonreiré en las fotos. Dejare que la frustración y la tristeza se vayan lejos. Y por todo lo que he vivido, y me quedará por vivir. Te tenderé la mano y espero que la valores y la agarres con todos tus fuerzas.





Porque cada lágrima tuya es un cascada para mí. Demasiadas lágrimas derramadas. Mejor perdonar y olvidar pero hay una fuerza que no puedo evitar. EL KARMA.






martes, 23 de agosto de 2011

Luchar y no tener miedo.

Demasiadas noches en vela. Demasiadas palabras malgastadas.

Noches en la que yo y mi conciencia hablábamos. Destruyendo muros, no teniendo miedo. Gritar hasta que la garganta diga basta. Da igual si hace frío o calor, aunque me tiemblen las manos y las piernas, seguiré adelante. Me da igual lo que pienses, esto lo hago por mí.





Quiero temor, miedo en tus ojos. He vuelto y prometo no volver a romper la promesa. Demasiadas veces he me he preocupado por ti. A la mierda tus sentimientos, solo me preocupare por mi. Daré un golpe en la mesa, el mundo se sacudirá. Mucha gente me ha manoseado, utilizado y roto por dentro. Todo cambiará.

Combatiré hasta el filo de la tierra. Todo el mundo se estremecerá. El momento de decirlo todo. Decir la verdad. Demasiadas tardes de mentiras, demasiados recuerdos rotos. Mirar al sol y poder tocarlo con la yema de los dedos.

En un mundo cobarde, el que lucha siempre queda en pie. El calor quemará todo lo vivido, solo quedara el polvo de las palabras. Cada mirada tuya, me quema más por dentro. Bebiste mi alma, todo se esfumó.

El frío de la noche, congelo mis labios. Sellados para ti. Sellados para la eternidad. Mi voz, temblorosa y sin fuerzas, se diluye con el paso del tiempo. Maltrecho por las heridas que no cicatrizan, de nada sirve borrarte de mi mente.

He hecho que mi corazón se deshaga como el hielo bajo el sol y se convierta en agua, que se escapa de tus manos. Lloré todas mis lagrimas por ti, dejé de vivir por ti, dejé de vivir por mi, vivía por vivir, pero aquel mal momento paso, ya supere todas las noches que encerrado en mi habitación.

Pero aprendí a vivir sin ti.

Ahora como si nada crees que podemos ser amigos, yo no entiendo no sè como ser tu amigo y olvidar todo el daño que me has hecho. Te lo juro no te odio, pero hay algo que me aleja de ti, no es amor, ya tengo un amor que me ama como siempre soñé y lo amo con todo mi ser, pero no sè como limpiar aquellas heridas que tù le provocaste a mi alma. 

Y no, no tendré miedo a mirarte a esos ojos de sirena.



domingo, 21 de agosto de 2011

Recuerdos en una pantalla.


Enciendes el ordenador. Tu habitación esta fría. Miras el reloj, sabes que no son horas de estar despierto.

Pones la mano en el teclado. El frío se clava en tus uñas, sientes pánico y miedo. Sabes lo que vas ha  hacer. Tu cabeza te dice que no, no merece la pena recordar duros momentos. T u corazón te dice que si, puede que vuelvas a sentir el calor de antaño.

Tu corazón palpita, late sin límites. Miras esos mensajes, los vuelves a leer. Todo lo que decías, todo lo que sentías, se lo llevo el viento. Sientes unas lágrimas que pasa por tus mejillas congeladas. No sabes porque estas llorando, solo querías recordar ese suspiro, esa acaricia y ese te quiero que saliera de su dulce boca. Lloras, no paras de llorar. De repente algo golpea tu cabeza. Sí, si es tu conciencia. Golpea tu cabeza, como esos te quiero.



Demasiadas promesas hechas. Nada comparado con tu sonrisa, eras su mundo, eras su todo. Podíamos parar el mundo, podíamos  caminar sobre el agua. Lo recuerdas, sientes su mano en tu pecho. Suspiras. Su pelo, si su pelo todavía esta entre mis dedos. Su respiración, no tenía límites. Cada segundo con ella, te hacía ser feliz para toda tu vida.

Escalofríos. Sudor frío. Cada instante, cada segundo que pasaba mirando esos mensajes, me dolía cada vez más. Parece que he sido un coma en su vida, he sido un paréntesis para ella. Una marioneta entre sus dedos.



Recuerdos de una tarde de verano.

Demasiada hipocresía. Demasiadas tardes desperdiciadas. Miradas pérdidas, ignorancia por su parte. No me recuerda, solo escucha mi nombre y lo ignora. Dolor. Dolor en mi corazón, demasiadas espinas clavadas.

Mi corazón se para, sangra sin cesar. Por su boca no sale mi nombre como antaño. Demasiadas canciones en mi cabeza. Solo es escuchar su nombre y a mi corazón le escuece.




Mirada perdida, soledad en mis ojos. Todo el mundo sobreactúa, tantas mentiras y demasiadas lágrimas en vano. Su ignorancia, un veneno para todos. No hay antídoto, solo el tiempo es dueño del daño.

Recuerdo esas palabras, esos susurros al oído. Recuerdos de una tarde de verano. Todo se esfuma, todo se lo lleva el viento. Nada queda, solo el silencio en sus labios.



sábado, 20 de agosto de 2011

Rosa marchitada.


Sentado en ese banco de metal, en ese parque. Estoy solo, no pasa nadie por allí. Siento la arena en mis zapatos, las piedras se clavan en mis pies. Agacho la cabeza, recordando que todo lo que dijiste se lo llevo el viento. Recuerdos. Recuerdos de una tarde de verano.

Miro al cielo, solo veo estrellas. Todo lo que me decías esta escrito en el cielo. Siento esa brisa que levanta mis manos, que golpea mi cara. Recuerdo lo que he vivido. Todo se quedara grabado en mi piel, será parte de mí.

Dibujo en la arena tu nombre, lo borra el viento. Demasiadas noches sufridas, demasiadas noches en vela. Me tumbo en el césped. Siento tu piel, siento tu olor. Siento una ligera brisa, parecida a tus acaricias. Los ojos llorosos, siento el picor del césped.

Hablo con mi conciencia, sin que nadie me oiga. Frío y calor a la vez. Un susurro, un suspiro. El silencio se hace dueño de la situación. Tartamudeas, no eres capaz de pronunciar esas palabras. Tus labios rajados y congelados por el frío del parque. Suspiras. El aliento se congela.

Trago saliva, todo se esfuma. Solo queda esa rosa marchita y congelada que todavía desprende tu olor. Parece que nada puede cambiar esa situación.

El ayer se fue, solo queda el mañana. Todas las palabras que se dijeron, se quedaron en el olvido. En polvo se convirtieron.

Dolorido y quemado por toda esta situación, las heridas no cicatrizan. Todo se vuelve blanco. Sientes esas cadenas que te atan, que te queman cada vez más. Pero no quieres admitirlo. Soportar ese dolor, esa angustia que no te deja respirar.

Difícil. Todo es difícil ahora. No se que sentir, no se como actuar, no se pensar. Me siento intoxicado por tu veneno, no hay antídoto para un corazón roto. Demasiadas, demasiadas piezas rotas, tiradas por el suelo.


Emborrachando mi corazón.


Tumbado en mi cama, con el vaso de ron vacío en mi mesita de noche. Me duele la cabeza, estoy mareado. Decían que unas pocas copas ayudarían a olvidarla. Me levanto, cada paso borracho que doy, en mi cabeza suena su nombre.
Sigo intentando dar los pasos que me llevarían al olvido. Pero por cada paso, me vengo abajo. Mis manos tiemblan cuándo me doy cuenta de que no hay nadie esperando. Llego a la cocina, con la boca seca. Buscas ese ron que tantas alegrías te ha dado. Encuentras la botella. Rota. Solo queda el olor, dulce, como el de las sirenas.
Miro en ese mueble viejo y roto. Sigo buscando esa dulzura, ese sabor que siguen en mi mente y en mi boca. Busco en el mueble, encuentro unas cuantas botellas de ron barato. Me las bebo, sin importar cuanto tiempo estuvieron abiertas. Bebido. Mi cabeza da mil vueltas, mi mundo se sacude. Escucho un ruido, una botella está apunto de caerse. Me quedo mirando la botella, es un ron que nunca había probado. La cojo, antes de que se caiga, me la llevo a la boca. El sabor, el olor es parecido al de aquella botella rota.
Mi mente me dice que no siga bebiendo, que ya tuve suficiente con aquel ron. Mi corazón dice que siga que puede ser mejor, que este sabor puede sustituir al del otro.
No se que pensar, no se que sentir. El tiempo pasa lento, soy capaz de pararlo con las yemas de mis dedos. Siento que mi corazón se acelera sin tener límites.
Demasiadas cosas en mi cabeza. De repente me desmayo, me desplomo contra el suelo de la cocina. Pero todavía siento como se clavan los cristales, de aquella botella de ron dulce, en mis manos.


Iridiscent


Sentado, en ese lugar frío. Todo se desvanece, como si no hubiera ayer ni mañana. Nada tiene sentido, todo lo que mis ojos pueden ver es oscuridad. No sabes que dirección tomar, no sabes que rumbo escoger.
Miras a tu alrededor, no hay nadie. Solo, te encuentras solo en ese mar de oscuridad que nunca tiene un fin. Intentas encontrar la esperanza, pero el fracaso es todo lo que has conocido. De repente, una ráfaga de luz que cegó a todos los ángeles, apareció delante de mis ojos. Esa luz que penetraba en mis ojos y llegaba hasta mi corazón. Sentí una caída hacia el vacío, no había nadie allí para agarrarme en sus brazos. Solo lloras por dentro. Solo escuchas el eco de aquel lugar, vacío y sin vida ninguna.
Todo se acelera, no puedes evitarlo. Intentas averiguar porque sientes ese vacío dentro de ti. Solo miras al cielo, miras a las estrellas. Intentando poder encontrar una razón. Nadie te contesta, solo se escucha el silencio. Y esa brisa que roza tu cara, susurrándote que recuerdes que esa tristeza y ese dolor que sientes, debes dejarlo ir. Debes dejar que se ahogue en el tiempo, debes hundirlas en ese lugar que todo el mundo tiene en su corazón. Ese espacio que se deja para esconder el dolor de un corazón que lo ha dado todo.
Todo se vuelve blanco, otra vez esa luz me ciega. Me siento fuerte, como si nada me pudiera parar. Esa fuerza viene de mi corazón, que no para de latir sin temor a que se pare. El destino ha querido que mi corazón se pare, para poder así arrancar con más ritmo que nunca. Ahora siento que nadie ni nada me puede parar.
Porque la vida me ha enseñado a levantarme de los malos momentos, y a saber levantarme con fuerza y decisión.


Las palabras se las lleva el viento.


Se hace de noche. Se escuchaba una brisa que acariciaba mi pelo, que se clavaba en mi piel. Alguien me lo dijo, ese alguien me lo advirtió. Yo iluso no le creí.
Se acercaba la media noche, todos formando grupos de pocas personas. Se acerca una de ellas, me mira a los ojos, acto seguido me dice “Quiere hablar contigo”. Un rayo, eso lo que sentí en mi corazón. Nunca te puedes preparar para eso, no sabes como vas a reaccionar. Me dirigí a esa persona, no vamos juntos a ese lugar oscuro, frío, cada paso que daba me alejaba más de ti.
Nos sentamos, nos miramos a los ojos. No hicieron falta palabras. Solo es escuchaba el silencio, el susurro del viento que acariciaba su pelo, su cara y penetraba en sus ojos. Ojos de sirena como diría un gran amigo mío.
Note algo en el cuello, me quemaba, penetraba en mi piel sin temor alguno.
Nuestro colgante, me di cuenta de que no merecía la pena tenerlo. Me lo quité. Su mirada lo decía todo. Y esa frase, que nadie quiere escuchar, “Se acabó “. Un silencio frío se hizo en ese momento, mi corazón, si mi corazón dejo de latir. Estaba tirado en el suelo, sangrando y con puñales clavados. No paraba de sangrar, pero me hice el duro he intente caminar sin él.
Nos levantamos, vamos separados. Intentando asimilar lo que había pasado, no lo comprendía. Llegamos a un banco, me quedé quieto, sin pronunciar palabra.
Pasaron los segundos y me fui. Rompí ha llorar, quería hacerme el duro, no pude me venció el dolor de mi corazón. No sabía donde estaba, algo sentía. Calor, el calor de las personas que no querían verme así, no podía ver nada, las lágrimas impedían ver el exterior. Solo sabía que estaba en buenas manos.
Cada abrazo, cada palabra de esa gente, quitaba un puñal de mi corazón. Sigue sangrando pero ellos, solo ellos, pusieron parches en mi corazón y en ese momento empecé a creer que no estaba solo.
Y me iré con la conciencia muy tranquila porque he dicho lo que siento, y solo diré que me pueden herir, herir hasta morir pero levantaré la bandera en lo alto de mi rascacielos.