Dejas de creer en cuentos y no piensas en sentimientos que
aceleran tu corazón. Pero va pasando el tiempo, y poco a poco ves que estás
donde empezaste a buscar. Que hay gente que juega muy bien al escondite y tan
solo te queda contar a hasta diez para volver a abrir los ojos. A veces pienso
que esto es un juego de niños, que con un “¡por mí y por todos mis compañeros!”
todo el mundo se salva, pero bueno eso son otras historias.
Ahora me doy cuenta de la realidad. Ahora las huellas del
pasado no se borran como era habitual, si no que te persiguen como un último
deseo de un niño. De ninguna manera se puede escapar de tu propio destino,
tampoco corras… tu corazón no es de acero, ni de ningún diamante en bruto.
Probablemente se oxide y sea más frágil con el tiempo.
Me he dado cuenta de que esto es una constante huida, de que
quiero regresar y volver. Esto es muy difícil, duro y pesado como los días de
lluvia. La verdad es que estoy en un stop del que no se si saldré.