viernes, 26 de agosto de 2011

Castillos de arena.


Sentado la arena de la playa. Miro a mí alrededor, solo encuentro el horizonte.

Empiezo a mirar fotos de antaño. Fotos antiguas llenas de nostalgia. Una brisa, llena de arena, araña mi cara. Esos granos de arena producen cortes en mis labios, en mis mejillas y en mi corazón.



Siento cosquilleo de la arena en mi mano. Vuelvo a levantar la mirada, veo la espuma de las olas. Veo el sol en el fondo, ahogándose en el mar. El calor del solo me abrasa. Necesito el frió de la luna, esa calma que produce al mirar su brillo.

La luna aparece. Todo el ambiente cambia, todo puede pasar. Ahora la arena es fría, se clava en mis uñas como si quisiera aferrarse a mi. Siento mi respiración, mi corazón latir.

Muchos recuerdos en mi cabeza. Algo nuevo. Una voz en mi cabeza, me dice algo que no sabía. No me lo podía creer, no soy capaz asimilarlo. El silencio se apodero del momento. Mi cabeza, mi corazón necesita asimilarlo.

Impactado, sorprendido. Traicionado. No me lo esperaba. Creía que teníais conciencia, que teníais esa vocecita que te dice si es correcto o no. No pensasteis en mí, solo hubo ese instante que yo pase por vuestras cabezas y os echasteis para atrás.

Ahora miro sus cartas, ahora miro sus folios. Parece que no sabe que los leo. Tampoco soy tonto, pero cada palabra y cada frase de ese folio mi corazón se hace más débil.

Pero no puedo luchar contra una obsesión. No voy a luchar contracorriente, ya me ha vencido hace tiempo.

Mejor olvidar, y que la arena que arrastra el viento oculte lo que hemos vivido. Que queme las fotos, que recupere el latir de mi corazón. Necesito que el tiempo pase, que recupere esas tardes de sonrisas.




Todo esto pasa por mi cabeza mientras la luna se refleja en el mar. Mientras el brillo se refleja en mis ojos. Construyendo castillos de arena que se desploman por el viento.


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