Todo transcurre en
una transitada ciudad. Los rayos del sol se reflejan en los rascacielos. Pocos
árboles visibles entre tanto coche y tantas personas. El tiempo corre en su
contra, prisas, empujones… es lo que tiene una ajetreada ciudad de negocios.
Entre tanto bullicio, se distingue una figura despreocupada,
juvenil y a la vez suspicaz. Tony, sentado en aquel banco metalizado y frío.
Alza la mirada, ve a unos niños jugar, a unos viejecitos agarrados de las manos
y a unas palomas revolotear a su alrededor. Tan solo un suspiro se desliza en
su boca y una lágrima asoma por su ojo. El dolor del pasado todavía es reciente
y su corazón nota las cicatrices cosidas por el hilo del presente. Demasiado
silencio en su conciencia, permitiendo así que hable por él.
- ¿Por qué la dejaste escapar? ¿Acaso no la querías lo suficiente?
Tantas preguntas, ninguna respondida. Cansado de la calle,
Tony volvió a su casa en dónde le esperaba una sorpresa que le iba a alegrar la
tarde.
Abrió la puerta de
su piso, haciendo ese sonido característico que tanto hacía reír a su novia. Se
dirigió a la cocina, se preparó un chocolate caliente y se sentó en el sofá que
todavía olía a ella. A su derecha, fotos, recuerdos de noches de amor. Pero una
destacaba sobre todas y detuvo la mirada, una foto marcada con carmín. Una risa
invadió la cara de Tony pero bastó un segundo para que volviera a la realidad.
Desvió su mirada a su regazo, un mensaje de voz en el móvil…
-¿Hola?...
Cariño supongo que estarás en el parque que tanto te gusta. Bueno… hace tiempo
que añoraba oír tu voz, pero parece ser que esta vez me quedaré con las ganas.
Te llamaba por que te echaba de menos y porque creo que todo se va a retrasar,
parece ser que a mi padre lo destinan a otra base porque hay problemas y en
esta va todo aparentemente bien, en fin, son temas que nunca entenderé, pero no
se cuando voy a volver… Bueno me tengo que ir a cenar… Te amo…
Ningún adjetivo posible podría describir la cara de Tony en
esos momentos ¿La volvería a ver? ¿Volvería a sentir su pelo entre sus dedos?
Pero Tony no podía pensar, su voz… su dulce voz hizo que su corazón se
acelerara como el metro de la ciudad. Por un momento pensó que estaba soñando
pero bastó con el chocolate caliente derramado en sus piernas para saber que era
real. Se hizo tarde, la Luna
se reflejaba en los ojos de Tony, pero él permanecía atento a su calendario
deseando que pasara el duro invierno y así que floreciera los cerezos en flor.
Te doy un 10,5
ResponderEliminar