viernes, 23 de septiembre de 2011

Game over.

Ahora todo me da igual. Parece que nada me importa, ya ni si quiera me esfuerzo en seguir adelante.

No vale la pena luchar, nada me sale bien. No siento ese fuego en mi interior, nada me inspira. Se acabo la magia.

Demasiados lamentos rotos. Muchas llaves de cofre rotas. La ventana deja que el calor del sol llegue a esta oscura habitación. Siento que mi corazón ha sido demasiado bueno, demasiados latidos sin sentido, sin fe.

Me resquebrajo como el cristal congelado.

Mi rostro congelado, mis pupilas dilatadas por el frío. Mis manos agrietadas, mi sudor frío y mis labios sin aliento. Un suspiro se escapa de mis labios y un pensamiento vuela sobre mi cabeza.





“La vida es injusta, hay que aceptarla y seguir adelante.”

Parece que siempre ganan los malos. Que el héroe del juego nunca gana, siempre termina sin vidas… con un GAME OVER.

No se si la vida es injusta, de momento me demuestra que si. Nadar a contracorriente siempre, no es bueno. A veces viene bien tumbarse cuando te has caído y observar, y detenerse en los pequeños detalles, mirar esos pájaros y apreciar el olor de las rosas.




Pero el tiempo se me escapa. Los granos de arena del reloj caen, amontonándose como los años de mi vida.

Solo encuentro pequeños matices que me hacen sonreír y esbozar esa sonrisa falsa que me caracteriza.





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